Uncuento: El Sosiego

domingo, 27 de diciembre de 2009

 



El maestro le insistía a su discípulo una y otra vez sobre la necesidad de cultivar el sosiego.
- Deja que tu mente se remanse, se tranquilice, se sosiega.
- ¿ Pero qué más ? - preguntaba impaciente el discípulo.
- De momento, sólo eso.
Pero el discípulo no lograba estar paciente y se exasperaba, sin dejar de preguntar:
- ¿ Y qué más ?
- De momento, sólo eso. Sé paciente, sosiégate, recupera la paz interior.
Un día y otro recibía la misma instrucción, hasta que el discípulo le preguntó:
- Pero maestro, ¿ por qué consideras tan importante el sosiego ?
- Acompáñame - dijo el maestro
Le condujo hasta un estanque y con un palo comenzó a agitar sus aguas. Entonces preguntó:
- ¿ Puedes ver tu rostro en las aguas ?
- ¿ Cómo voy a verla si el agua está tan agitada ? - protestó el discípulo pensando que el maestro se burlaba de él.
- De igual manera, mientras estés agitado no podrás ver el rostro de tu yo interior.

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