Cuento: La Rana del Pozo

viernes, 24 de abril de 2009

 

Rana de pozo
Tomado del libro "Salió el sembrador" de Carlos Vallés, s.j.

"Si tu vida está libre de fracasos,
es probable que no te estés arriesgando lo suficiente."

En un pozo profundo vivía una colonia de ranas. Allí llevaban su vida, tenían sus costumbres, encontraban su alimento y croaban a gusto haciendo resonar las paredes del pozo en toda su profundidad.
Protegidas por su mismo aislamiento, vivían en paz y sólo tenían que guardarse del cubo que, de vez en cuando, alguien echaba desde arriba para sacar agua del pozo. Daban la alarma en cuanto oían el ruido de la polea.
Se sumergían bajo el agua o se apretaban contra la pared. Allí esperaban, conteniendo la respiración, hasta que el cubo, lleno de agua, era izado otra vez y pasaba el peligro.

Fue una rana joven a quien se le ocurrió pensar que el cubo podría ser una oportunidad en vez de un peligro.
Allá arriba se veía algo así como una claraboya abierta, que cambiaba de aspecto según fuera de día o de noche, en la que aparecían sombras y luces, formas y colores, que hacían presentir que allí había algo nuevo y digno de conocerse.
Y, sobre todo, estaba el rostro con trenzas, de aquella figura bella y fugaz que aparecía por un momento sobre el brocal del pozo al arrojar el cubo y recogerlo todos los días en su cita sagrada y temida.

Había que conocer todo aquello.

La rana joven dijo lo que pensaba y todas las demás se le echaron encima:
Eso nunca se ha hecho. Sería la destrucción de nuestra especie. El cielo nos castigaría. Te perderás para siempre. Nosotras hemos sido hechas para estar aquí, y aquí es donde estamos bien y podemos ser felicies.
Fuera del pozo no hay más que destrucción. Que nadie se atreva a violar las leyes de nuestros antepasados. ¿Es que una rana jovenzuela de hoy puede saber más que ellos?

La rana joven esperó pacientemente la próxima bajada del cubo. Se colocó estratégicamente, dió un salto en el momento en que el cubo comenzaba a ser izado y subió en él ante el asombro y horror de la comunidad batracia.
El consejo de ancianos excomulgó a la rana prófuga y prohibió que se hablara de ella. Había que salvaguardar la seguridad del pozo.

Pasaron los meses sin que nadie hablara de ella y nadie, tampoco, pudiera olvidarla, cuando un buen día se oyó un croar familiar sobre el brocal.
Se agruparon abajo las curiosas y vieron recortadas contra el cielo, en el borde del pozo, la conocida silueta de la rana aventurera. A su lado apareció la silueta de otra rana, y a su alrededor se agruparon siete pequeños renacuajos. Todos miraron sin atreverse a decir nada, cuando la rana habló: "Aquí arriba se está maravillosamente. Hay agua que se mueve, no como allá abajo. Hay unas fibras verdes y suaves que salen del suelo y entre las que da gusto moverse, y hay muchos bichos pequeños muy sabrosos y variados, y cada día se puede comer algo diferente. Y luego, hay muchas ranas de muchos tipos distintos, y son muy buenas. Yo me he casado con esta que está aquí a mi lado, tenemos siete hijos y somos muy felices. Y aquí hay sitio para todas porque esto es muy grande y nunca se acaba de ver lo que hay allá lejos.

Desde abajo las fuerzas del orden advirtieron a la rana que, si bajaba, sería ejecutada por alta traición. Ella dijo que no pensaba bajar y que les desaba a todas que la pasaran bien, y se marchó con su compañera y los siete renacuajos.
Abajo en el pozo hubo un revuelo, hubo algunas ranas que quisieron comentar la propuesta, pero las autoridades las acallaron enseguida; y la vida volvió a la normalidad de siempre en el fondo del pozo.

Al día siguiente, por la mañana, la niña de trenzas rubia se quedó asombrada cuando al sacar el cubo con agua del pozo, vió que estaba lleno de ranas.

Reflexión: En sánscrito, hay una palabra compuesta para una persona estrecha de miras, que se conforma con oír lo que siempre ha oído y hacer lo que siempre ha hecho, lo que hace todo el mundo y lo que, según parece, han de hacer todos los que quieren seguir una vida tranquila y segura. La palabra es Kupmanduck (rana de pozo) ha pasado del sánscrito a las lenguas hindúes modernas, en la que se usa con el mismo sentido. A nadie le gusta que se las digan. Aún así, el mundo está repleto de pozos llenos de ranas, y niñas de trenzas rubias siguen llevándose sustos de vez en cuando por la mañana.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

que hermoso cuento, una historia sabia...